Extraña satisfacción en el ganar el juego de la derrota... 

Veo la planicie de un valle después de un horizonte que promete, que jura, que la tormenta acaba... 

Extraña la guerra, yo también la extrañaba... 

Olas del mar

 No soporté la felicidad que expelía de las paredes,

las chimeneas de la ciudad brillaban en un otoño frio, la acogida de un hogar...

y yo en un exilio lógico, había borrado mis huellas digitales...

Y quién más que un criminal borra sus huellas, cuando no soporta a los felices... 

y que por infeliz que soy, que ladrón ya no fuera... 

Qué difícil es querer el pasado y navegar al futuro... 

como si las olas rompieran en carcajadas, en una promesa fantaseada... 

Últimos alientos

Incertidumbre tragada será en ansiedades,
la décima nota de una partitura sorda, ciega... que ya no escucha, que reniega... 
El sueño y el deseo defendidos están en el fuerte de mis engaños... en el muro palabrero el sinsentido escondido, recubierto de la nada que acecha sin hilo... 

La materia oscura estaba ahí, dando la vuelta a mis oídos...

Para ser pensada... para ser besada... 

Pero la sorda no supo mirar la ternura de un intento, de una guerra... 

Batalla cruenta por arrestos de oficio, escudo astillado de mis palabras... 

Y la pregunta baila en el escape, es que la huida ya me viene gritando el odio fértil... 

Que matan por incendios, los desengaños que nombran por amor... 

Que por habilidad no entrenada, condición que no cumplo... 

La lucidez vendió unas piernas, pensando en el vuelo...

rocío de agua que me baña, que ya estoy cansado de telas y de arañas... 

Pues que me apuntaron por mi pensamiento mal,

mis rabias no son por el exilio, si no por idioma natal...