lunes, 19 de agosto de 2019

Abstinencia

Quisiera hablar de cómo es que rompí mis propios huesos
de cómo desmantelé mis sistemas y destruí mis fortalezas...
cómo es que atravesé el más denso de los miedos, creyéndome valiente y sembrando el mayor de los pánicos...
sufrí los embates de aquel que se despoja de sus armas o acaso es que siempre fueron ataduras?

En ese punto siniestro, puedes mirar atrás y ver la incesante preocupación de tus padres, del amor de cuna que impermeo tu mente del dolor, o lo intentó siquiera, pero aún así tu movimiento en el tablero fue un despoje... y es así como hablándome a mi mismo me quedé sin membrana, dejando entrar todo... o todo se desparramó...

Hay extrellas que no estamos capacitados para verlas, o más bien se nos fue negada la habilidad para divisarlas, quizá es porque su luz encandila y ciega... quizá en los primeros momentos, fue un dolor rico, casi como un placer televisivo... sólo hasta que te das cuenta que detrás de la pantalla hay un muro frío carente de obras colgando...

Entonces el umbral se convirtió en un epitafio y la lápida en un decreto imperecedero...
cómo volver al lugar que en algún momento me atreví a incendiar con mis impulsos... o con mis más profundas pasiones, si así como entiendo que el puño golpea, también comprendí que las palabras eran mentira...

Algunos dicen que la vida es un relato que se escribe para morirse... cucharadas de esa tierra putrida que con sus gusanos nos recordará que todo de alguna forma terminará...

En el intento de retorno, la repetición no es fiel, sólo dolorosa...


domingo, 11 de agosto de 2019

El conejo

Cómo escribir la pena, si en el devenir de las palabras el trago amargo se disuelve, como si de alguna forma circulara por mi cuerpo y ya no se quedara ahí, anquilosadamente oprimiendo el pecho, las costillas...
Siento que el edificio de mi cuerpo se desmorona, será que vivimos en tierras sísmicas?
Es mi cuerpo el que se ha partido en dos y que se retuerce en la mañana fría... se ha vuelto inerte y desanimado, como si ya no tuviera utilidad... y el empuje constante que nos mantiene vivo es como un conejo que busca su madriguera, ahí en el fondo... ahí en el inconsciente... indetectable y tramposo, lleno de trampas y simbolismos...
Y por otro lado, el espíritu, hoy en día me parece una palabra absurda... que va si les hablo del alma... que va si les hablo de algo real, como si dejara de escapar... mi mente fría es la que se ha separado y siendo fiel a su cuerpo, comienza a pudrirse también...
Qué sentido tiene aplazar algo que nos vendrá a buscar de todas formas? A veces pienso en la tranquilidad que sería, pero acaso somos conscientes de que dormimos?

Los años ricos dejaron su huella con suspiros exquisitos en la boca, perfumadas y no perfumadas, perversas y amorosas... pero ya no hay nada nuevo ahí, donde el impulso natural nos obligaba en formato de invitación... que es del deseo hoy y qué será mañana... lo romántico de seguir degollando a los fantasmas, en una existencia paranormal, se ha proclamado como una luz tenue que me empuja a disfrutar de los últimos días... la valentía de enfrentarme a los gigantes, a los solemnes caballeros de lo real, me estimula una nausea motivante... como si el dolor pudiera ser vomitado...

Esos años se esconden los conejos...  Así es como el orejudo me invitó a bailar un vals en el un dos tres... un dos tres...
Riéndose sin que yo me diera cuenta, estuvo interpretando la nostalgia en su violín...
Un tap por acá y una nota que se eleva para abrirme las viceras...
El acertijo ya no esconde secretos...