lunes, 30 de enero de 2012

Despierta él, el conciente.

Te podría decir que las luciérnagas no brillan... pero de todas formas las verás brillar
la suciedad de los locos es condimento dulce para mis pasteles...
mi alma se drena hacia direcciones que no son seguras
la sombra del ermitaño me tapa, me cubre, me cobija...
en la dirección del fuego he estado caminando... y el evocar consiente ese camino me desencadena la decisión...
la tortura necesaria de un aprendizaje difícil... donde la vieja escuela nunca fue mas dulce...
el torbellino de preguntas que serán contestadas bajo grandes caídas...
y ahora lo entiendo, lo masco, lo engullo y vuelvo a sacar una porción
como si el fondo del mar ya no fuera inaccesible, como si las tropas del infierno se hicieran a un lado
el candidato para perderse por siempre nunca estuvo mas decidido...

Nada mas que un saludo, o un despido
tranquilo... respira, no tendrás que correr para abrazar a tu mama...
no tendrás que gritar para llamar a tu niño...
no volverás a sentir soledad...
un lunático sabor a perdición
donde recuerdos antiguos se mezclan con los planetas, y aquellas imagenes grabadas cuales tatuajes de juramento, el camino ya trazado por el futuro...
el humo de mis pulmones ya ha estado dejando de doler.

El héroe antiguo se levanta y camina hacia aquella luz cegadora
que me espera regocijante.

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